La culpa es posible que deba buscarse en el ambiente del sector, un tanto enrarecido, con sus dosis de frustración psicológica, lo que permite que domine un cierto escepticismo.
Bien es cierto que se trata de concursos cuyos plazo de admisión de obra se cierra apenas iniciado el curso académico, habida cuenta de que suelen presentarse alumnos de los centros docentes del ramo. Pero eso, hace unos años, nadie lo consideraba desventaja, ya que la presencia de concursantes era numerosa.
Paterna abrió la semana pasada y, según me informa María José Gimeno, coordinadora de los servicios culturales del Ayuntamiento, ya se habían registrado dos cuadros. Se trata de una bienal con solera que alcanza su edición número 24, que se dice pronto. El plazo de presentación acaba el 29 de octubre. Unos días después, tendré ocasión de saludar a Elena Martínez, concejala de Cultura, y de abrazar a dos magníficos compañeros de la crítica a los que hace tiempo que no veo, Juan Bautista Peiró, director de Comunicación Institucional de la Universidad Politécnica de Valencia, y David Pérez, profesor del mismo centro universitario, con quienes me reuniré para formar el jurado correspondiente.
Me gustaría que esta columna sirviera, por un lado, para llamar la atención a quienes pueden concurrir, para que lo hagan, y por otro, para tranquilizar los ánimos de quienes tienen la responsabilidad de determinados concursos artísticos y que, desde un tiempo a esta parte, observan con inquietud la reducción de la concurrencia. A fin de cuentas, sería estúpido valorar la calidad de los certámenes artísticos por la cantidad de concursantes.
Lo dicho no es óbice para que se organizara algún foro en el que las partes afectadas debatieran acerca de la situación y, si se considera conveniente, establecer novedades que favorezcan un futuro mejor.
Rafael Prats Rivelles
Publicado Levante-emv
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