POLÍTICAMENTE INCORRECTO

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miércoles, 7 de marzo de 2012

Primer Ministro islandés en el banquillo, un día grande para la democracia mundial

5 de marzo de 2012, será recordada en el futuro como el día en que, por primera vez, un primer ministro de una democracia occidental fue sentado en el banquillo y juzgado por despilfarrar y llevar a su pueblo hasta la ruina. No se juzgo en Islandia al que fue primer ministro de 2006 a 2009, el conservador Geir Haarde, por haberse quedado con dinero público, sino por haber gestionado mal el dinero de todos, gastando demasiado y conduciendo a su país hasta el desastre económico.

En ese futuro, no demasiado lejano, la gente no entenderá como existieron pueblos tan acobardados y esclavos como el español que no sólo consintieron que un inepto despilfarrador como Zapatero los llevara hasta la ruina económica, sino que, en lugar de castigarlo, lo condecoraran y premiaran con una pensión vitalicia de lujo, una oficina permanente costeada con los impuestos de sus víctimas y un sueldo suplementario como miembro del Consejo de Estado.

Islandia siempre ha sido diferente. Es una isla alejada casi mil kilómetros del punto más cercano del continente europeo, con una naturaleza agresiva y rara, llena de volcanes, géiseres y barro hirviente, cuyos 330.000 habitantes, pocos más que los españoles que habitan La Rioja, han desarrollado pautas de comportamiento político singulares, que, sin duda, pasarán a la historia como pioneras y ejemplares. En los últimos cuatro años, desde que la crisis financiera hundió el país en una inesperada miseria, el Gobierno renunció a asumir la monumental deuda de los tres bancos más importantes, los nacionalizó, garantizó los ahorros de sus ciudadanos y dejó en la estacada a los extranjeros, sobre todo británicos y holandeses que tenían dinero en esas entidades. Además, se abrieron decenas de juicios por corrupción contra directivos bancarios y se acabaron presentando cargos contra el por entonces primer ministro, el conservador Geir Haarde, que se convirtió ayer mismo en el primer jefe de Gobierno mundial que acaba en el banquillo por el 'crash' económico.

Lo ejemplar, innovador y fascinante de Islandia es que el pueblo logró imponerse sobre su clase política y financiera y que, como consecuencia de ello, se practicó la Justicia y se abrió un camino que, con seguridad, tendrá continuidad en el futuro, lo mismo que lo abrieron la primera mujer que se matriculó en una universidad o el primer negro que se sentó en un autobús americano donde los asientos estaban reservados a los blancos.

El comportamiento de los islandeses sentando en el banquillo a su máximo dirigente políticos por gastar demasiado y por gestionar mal la crisis creará escuela y constituye un fascinante triunfo de la democracia real frente a la inmensa jauría de canallas, corruptos y aprovechados que hoy gobiernan en la mayoría de los países, protegidos por la más insultante impunidad y con vía libre para arruinar a sus pueblos con sus despilfarros y privilegios, para convivir con la corrupción y para practicar desde el poder la arbitrariedad, el abuso y el saqueo de los bienes públicos.

Gracias al paso dado por los islandeses, los españoles del futuro sentirán vergüenza de aquellas generaciones, de las que, por desgracias, formamos parte, que permitieron que tipos como Zapatero y Rajoy prefirieran subir los impuestos y esquilmar a los ciudadanos antes que renunciar a sus lujos y privilegios o que optaran por reducir los salarios y las prestaciones sociales antes que eliminar las oprobiosas y antidemocráticas subvenciones a partidos políticos, sindicatos y organizaciones patronales, por citar sólo un par de ejemplos de los muchos que ponen de manifiesto la degradación de la democracia, el matrimonio existente entre la política y el abuso de poder y el escandaloso predominio de la avaricia y de la corrupción política sobre la voluntad popular.

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